La niña y el unicornio

Ella tenía doce años cuando lo encontró. Nunca tuvo intención de buscarlo, ni siquiera tenía por qué haber estado allí en primer lugar. Pero ocurrió que se conocieron; el unicornio no intentó huir cuando ella se le acercó, y Ava prometió en voz alta jamás hacerle daño.

– ¿Cómo esperas cumplir tu promesa, si no sabes qué es lo que hiere a los de mi especie? ¿Si no sabes qué es lo que me hiere a mí? Te permití acariciar mis crines porque necesito de tu inocencia, pero eventualmente se irá y en ese momento también tú habrás de marcharte. Entonces sentiré dolor.

– ¿Y si me marcho ahora? No habrías de sentir nada, porque todavía no me conoces, ni tampoco yo a ti.

El unicornio se colocó bajo los rayos del sol y miró fijamente a la niña.

– Volverás- respondió, y su voz era a la vez un murmullo y un grito-. No podrás evitarlo, no ahora que me has visto y te has maravillado con los destellos de mi cuerno, con la suavidad de mis crines, con el color de mi cuerpo, que es uno y son todos al mismo tiempo. Volverás mañana, aunque prometas no hacerlo. Y yo estaré aquí, esperando, porque ya he probado tu inocencia, la calidez de tu mano, y querré sentirte de nuevo, más que ninguna otra cosa en el mundo.

– ¿Por qué no escapaste antes?

La criatura soltó un relincho, que no se parecía en nada al de los caballos, sino más bien al rugido del tigre, o al gemido de un león.

– ¿Quién lo sabe?- dijo, con la cabeza gacha-. Quizá tu esencia es muy pura y me faltó voluntad para resistirme a ella. Tal vez la soledad terminó por derrumbarme y decidí aceptar mi propia condena, a cambio de un momento de amor. O tal vez es que estoy destinado a llorar tu ausencia por lo que quede de mi tiempo, cuando olvides el camino que lleva a mí, o sencillamente ya no te interese recorrerlo.

– ¡Eso no ocurrirá!- replicó ella-. Siempre volveré a ti.

Pero el unicornio se alejó, molesto.

– Los humanos no entienden lo que significa la eternidad. ¿Cómo podrían hacerlo? Una existencia tan efímera no da lugar a la comprensión real de la perpetuidad. Lo que ustedes creen perenne tiene todas y cada una de las veces un final palpable. No conocen el verdadero alcance del infinito, ni les interesa tampoco conocerlo. Los humanos tienden lazos que luego podan como las ramas de cualquier árbol, porque les estorban, porque han dejado de ser lo suficientemente bellos, porque no recuerdan que están allí. Y nuestro lazo no será diferente, dejará de existir para ti eventualmente. Tú sacudirás la cuerda que nos une como si de polvo se tratase, pero yo estaré eternamente ligado a ti, de la manera en la que los unicornios comprendemos la eternidad.

– Pero yo no quiero hacer nada que te lastime- contestó la niña, que no entendía del todo lo que el unicornio le decía.

La criatura se enterneció, porque sabía que sus palabras eran sinceras. Se acercó a ella una vez más y con su hocico le acarició la mejilla.

– El daño está hecho, pero no es tu culpa. Tu especie muere tan rápido, que debe vivir de la misma forma. Si mi destino es esperarte, que así sea.

La niña acarició el costado del unicornio, jugó con sus crines y luego recordó que debía regresar a casa antes de que el sol se pusiera. Prometió volver en la mañana y él se recostó en el pasto, cerró los ojos y comenzó su espera.

girl and unicorn

Ilustrador: Desconocido

12 comentarios en “La niña y el unicornio

    1. ¡Gracias, babes! Un placer que te guste lo que escribo. Sí, los hombres somos ingenuos en muchos temas, el tiempo es solamente uno de ellos. Te mando un abrazo, ya sabes que se te extraña por acá mucho T_T Gracias por leer y comentar 🙂

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  1. 🙂 Precioso, Rosa.
    Me trajo a la memoria la conversación entre la rosa y el Principito y me trajo a la memoria un trocito de un poema que me encanta:

    Para ver el mundo en un grano de arena,

    y el cielo en una flor silvestre,

    sostén el infinito en la palma de tu mano

    y la eternidad en una hora.

    William Blake

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    1. Es un poema muy hermoso, ahora me encanta a mí también, muchas gracias por compartirlo. Debo confesar que peco de no haber leído el Principito completo todavía. Está en mi lista de cosas que debo leer urgentemente. Me alegra que te gustara, creo que estos días he andado en un humor ligeramente existencialista. ¡Un abrazo!

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      1. 🙂 Cada libro tiene su momento y es entonces cuando está listo para darnos su mensaje. Quizá a El Principito aún no le llegó su momento para comunicarse contigo. Pero tú sigue esperando 🙂

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  2. «Ava prometió en voz alta jamás hacerle daño.

    – ¿Cómo esperas cumplir tu promesa, si no sabes qué es lo que hiere a los de mi especie? ¿Si no sabes qué es lo que me hiere a mí? »

    Me parece que es lo más bello que has escrito, y que yo he podido leerte. Simplemente me robó el aliento, y eso ciertamente no me pasa a menudo. Ese fragmento me parece de una belleza tal que lastima.

    Y, de una belleza igual grande, este fragmento

    » Los humanos tienden lazos que luego podan como las ramas de cualquier árbol, porque les estorban, porque han dejado de ser lo suficientemente bellos, porque no recuerdan que están allí. Y nuestro lazo no será diferente, dejará de existir para ti eventualmente».

    Me dejaste sin palabras. Mi preferido.

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    1. Gracias, Daniel.¿Sabes algo? Creo que, de todos los cuentos que he escrito hasta ahora, también es mi preferido. Me inspiró tu comentario acerca de si realmente está bien que nos acostumbremos a romper lazos, como si realmente fueran ramas que podas, y ya. Gracias por leer, inspirarme y comentar. Un abrazo.

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  3. Reblogueó esto en Angelos's Universey comentado:
    “Ava prometió en voz alta jamás hacerle daño.

    – ¿Cómo esperas cumplir tu promesa, si no sabes qué es lo que hiere a los de mi especie? ¿Si no sabes qué es lo que me hiere a mí? ”

    Mis preocupaciones personales y estéticas resumidas en dos lineas.

    Es la primera vez que comparto el texto de alguien más, y no creí hacerlo. Pero esta vez lo merita. Es precioso.

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