Ya era la hora de la cena, pero él no llegaba a casa.
Su mujer movió la cabeza de un lado al otro, nerviosa. Luego les echó un vistazo a los niños, que jugaban afuera. Ellos estaban muy despreocupados, ocupados en perseguirse mutuamente. Se escondían en los arbustos, se refugiaban detrás de los árboles y corrían de aquí allá, sin prestarle atención a nada más. Pero pronto tendrían hambre.
¿En dónde podría haberse metido él? ¿Qué haría ella cuando los niños le pidieran comida? Él y la cena llegaban al mismo tiempo a casa, todos los días. No podría ni darles las sobras del día anterior. Antes era precavida y guardaba siempre una parte de la comida, escondiéndola de los niños. Una pequeña provisión, solamente por si acaso. Pero el último mes se había descuidado. A él le había estado yendo tan bien con la caza, que la comida siempre llegaba a tiempo y en abundancia, suficiente para dejarlos a todos con las panzas infladas, soñolientos y felices.
Maldijo su propio descuido. Luego intentó relajarse y se dijo a sí misma que no había nada que temer. Era un retraso sin importancia, seguramente llegaría pronto con un banquete tan espectacular como los que habían estado teniendo últimamente.
Pero el tiempo siguió pasando, inexorable, y no había señal alguna de él
Los niños habían comenzado a hacer preguntas; “¿En dónde está papá, mamá?”, “¿Cuándo volverá a casa?” “¿Qué comeremos esta noche, mamá?” Y ella no tenía ninguna de las respuestas, solamente más incógnitas que añadir a la lista.
Finalmente, alguien llegó a la casa. Vio una silueta que se acercaba por el camino y su corazón se llenó de impaciencia. Pero la angustia se duplicó cuando descubrió que aquel que venía no era el que ella estaba esperando, sino alguien más. Un desconocido.
Bastaba observar su expresión para saber que no portaba ninguna buena noticia.
Se acercó lentamente, como si deseara encontrarse en cualquier otro sitio, menos allí. Se plantó a pocos pasos de ella, la miró con pesar y le arrojó la pregunta:
– ¿Es usted la esposa del Sr. Feroz?
Por alguna razón, supe desde el inicio que se trataría del lobo. Y siempre he pensado que, en realidad, la metáfora queda mal. ¿Por qué el lobo es el malo por querer comerse a una niña? ¡Es un lobo! ¿Qué esperan que haga? ¿Qué coma pastizal?
Me gustaLe gusta a 2 personas
Es el humanocentrismo, Dany.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¿Sí, verdad? Qué interesante sería el cuento si el lobo argumentara que él, siendo lobo, no podría hacer nada más que comerse a la abuela, a la niña y hasta al narrador, si para el caso está «carnosito». Ya hasta ganas me dieron de hacerlo…
Me gustaLe gusta a 2 personas
Jajaja hazlo! Sería la versión naturalista del cuento.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Estoy pensando si hacerlo en plan realismo sórdido o el absurdo a.k.a «cría cuervos y… ¡pero si yo crié buitres!» jajajajajaja.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Yo voto por el absurdo, definitivamente.
Me gustaMe gusta
Yo también voto porque lo hagas. Quedaría muy bueno jajajaja
Me gustaMe gusta
Jajaja quizá será que ya me vas conociendo mejor. ¡No lo sé! Yo desde pequeña me pregunté lo mismo, qué culpa tiene el pobre lobo de sus instintos naturales. Pero Daniela tiene razón, es el humanocentrismo. Todos tienen la culpa menos nosotros.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajaja yo sí no me lo esperaba. Buenísimo! Lo que sí no sé es si esa organización tan familiar, patriarcal y doméstica le pega a la familia Feroz.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jajajaja creo que es una contradicción, pero así me la imaginé. Es que el apellido es pura pose pues jajaja. Gracias, Dany, me alegra que a ti sí te pude sorprender.
Me gustaMe gusta
Me gustó eso de que el título sea a la vez el final
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jaja, sí, la verdad es que me quedé pensando un rato el título porque no se me ocurría nada. Pero al final también me gustó a mí. Gracias y un abrazo 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona
Vaya giro! :O yo la verdad no lo esperaba
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra haberte sorprendido 🙂 Ya lo ves, todo es cuestión de perspectivas, hasta en los cuentos de hadas.
Me gustaMe gusta