Invirtiendo Papeles

– De acuerdo, por favor, cuénteme una vez más su sueño, esta vez con más calma.

Jason suspiró, se revolvió en el diván y comenzó a relatar aquel infernal sueño por segunda vez.

– Verá, doctor, era un sueño confuso y extraño- dijo, con voz temblorosa-. Recuerdo que estaba en casa. Tenía una esposa e hijos. Una esposa muy bella, sí… Estábamos en medio de la cena cuando algo irrumpió en la cocina. Entró por la puerta trasera… la derribó con fuerza, se acercó a nosotros y me apuntó a la cabeza con un arma.

– Interesante- interrumpió el doctor Stephenson, dando golpecitos a su libreta con la punta de un bolígrafo- ¿Y quién era la persona que entró en su cocina, señor Grant? ¿Quién le apuntó con un arma?

Jason Grant se incorporó en el diván como si el cuero que lo recubría lo hubiera mordido de repente.

– No, no quién, doctor, sino qué.

– De acuerdo- Stephenson tenía los ojos clavados en la libreta- ¿Qué fue lo que entró por la puerta trasera, Jason?

– Un… fue un… un robot.

– ¿Y qué quería exactamente el robot con usted? Hágame el favor de recostarse.

Jason hizo lo que le decían, entrelazando sus sudorosas manos por encima del pecho.

– Quería llevarme a la fábrica de computadoras, y obligarme a trabajar allí para siempre.

El doctor Stephenson se quitó los lentes, cerró los ojos y frotó insistentemente el puente de su nariz.

– Se podría decir que quería esclavizarlo, ¿cierto?- preguntó.

Jason asintió bruscamente con la cabeza.

– Así es. A mí y a todos los demás. Querían invertir los papeles.

– ¿Invertir los papeles?- repitió Stephenson, alzando las cejas y mirándolo fijamente- ¿A qué se refiere con eso, Grant?

– Sí, sí, ya sabe, se hartaron de nosotros. Se rebelaron y decidieron convertirnos en herramientas. Una cucharada de nuestro propio veneno, ¿comprende?

– Me parece que comprendo- respondió el doctor Stephenson, garabateando algo en la libreta que mantenía abierta en el regazo- Sin embargo, me temo que sus sueños no son otra cosa que disparates. No significan nada importante. ¿Ha estado muy ansioso últimamente, Grant?

– Pues sí, yo diría que sí. Es culpa de las endemoniadas pesadillas. Se repiten cada vez con más frecuencia- respondió Jason, rascándose con fuerza la parte trasera de la cabeza.

– Eso me preocupa, señor Grant. Esa clase de sueños terminará por acarrearle problemas. No puede ir por ahí, hablando del fin del mundo y de la esclavitud humana a manos de robots. Voy a prescribirle unas pastillas, pero antes permita que llame a mi secretaria para que traiga un recetario nuevo, ¿de acuerdo? Cierre los ojos, relájese, e intente recordar más detalles sobre sus últimas pesadillas.

Jason asintió con la cabeza. Inhaló con fuerza, cerró los ojos y aflojó el cuerpo un poco. Escuchó al doctor Stephenson hablando tranquilamente con su secretaria por el teléfono que estaba en el escritorio:

– Un recetario nuevo, Helen, por favor. Sí, sí, a ése exactamente me refiero. Aquí, a mi oficina, por favor. Sí. Gracias.

El doctor Stephenson se sentó de nuevo en la silla colocada frente al diván, pero no dijo nada más. Jason continuó meditando acerca de sus sueños. Entre más pensaba en ello, con mayor claridad recordaba las cosas; el hermoso rostro de su esposa y de sus hijos, la bonita casa que tenían en Illinois, el automóvil verde que conducía todos los días hasta el trabajo. Esa parte había sido agradable… El problema comenzaba con la puerta trasera, el robot, sus pisadas metálicas resonado en la cocina. Las podía escuchar claramente, rebotando en su cerebro.

– ¿Jason Grant?

La voz no era la del doctor Stephenson. Abrió los ojos y allí estaba; el robot de sus pesadillas, apuntando el arma directamente a su pecho.

– Es él- respondió Stephenson, sin moverse de la silla donde estaba sentado.

El robot disparó y Jason Grant se convirtió en la lengua del diván, colgando de cabeza de él.

Imagen por: Benoit – Godde (http://benoit-godde.deviantart.com/)

8 comentarios en “Invirtiendo Papeles

  1. Cada vez le agarras más maña a esto de la ciencia ficción! Puntual, precisa y muy disfrutable! Y veo que reviviste las referencias a Bradbury también!
    Y, bueno, tú que te quejas de la rebelión de las máquinas si tú igual eres un robot.

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